“Escucho los sonidos del hospital. Voy despertando. Más allá el silencio. El sonido del silencio, el sonido dela nada, el sonido de la muerte. Me agita la anestesia. Estoy abierto en canal. No siento dolor, pero adivino mis órganos expuestos. Se han ido todos, el cirujano, sus ayudantes, el anestesiólogo. Pasa a mi lado un camillero, me prendo a sus ropas con ambas manos, está a punto de arrastrarme, de tirarme de la cama, acuden varias personas para someterme, lo consiguen, despierto mojado en mi propio sudor. La primera imagen: Isabel frente a mí llora sin dejar de mirarme. Nos miramos, vaciamos nuestros seres.”Un hombre escribe acerca del descubrimiento de su vocación de escritor y entrelaza ese relato con el de otras partes cruciales de su existencia: sus amores, los engaños sufridos, la amenaza del envejecimiento y la aparición de la enfermedad. Concluye algo que todos sabemos: la principal novela a la que podemos aspirar es siempre la que representa nuestra propia vida.